Regreso a Bilbao. Abro de nuevo los cuadernos, edito las fotos, comienzo a teclear las historias. Entonces retomo el olor amargo del basurero y comienzo a sentir el frío húmero de las tardes de Tecpán o el pegajoso calor de la costa del Sol de San Salvador. Realizo ahora la parte más especial del viaje, en la que pongo rostro a la realidad que allí se vive y difundo el testimonio de todos los que sufren la pobreza, las desigualdades, la violencia o la corrupción y también los nombres de todos aquellos que buscan el modo de romper la espiral de la pobreza. Así que a seguir viajando.