Hoy se cumplen dos semanas desde que se encontrara en El Salvador el cuerpo sin vida de Christian Poveda, fotoperiodista francoespañol especializado en maras, con cuatro agujeros de bala en la cabeza. Lo asesinaron los mismos a los que había dedicado dos años de su vida y de su trabajo. Los mismos a los que intentó radiografiar en su documental «La vida loca» y a los que quiso comprender, escuchar y entender. Esos mismos lo sentenciaron a muerte, realizaron su ejecución: cuatro tiros en la cabeza a boca jarro.
Hace también hoy un año cuando solicité una entrevista con él. Aproveché su presencia en Donostia para presentar su documental en el Festival de Cine de San Sebastián. Le conté mi experiencia con las maras ese verano en Guatemala y la conversación que mantuve con José Manuel, pandillero y ex lider de la M18, la misma que ahora le he asesinó.
«Es una locura la realidad en la que viven estos jóvenes: un juego de vida y muerte, de asesinatos y droga, de extorsión y secuestros».
Estaba orgulloso de su trabajo. Había dedicado 16 meses a filmar la vida de una pandería regentada por ex mareros. Su sorpresa fue que de los 16 protagonistas, más de la mitad fueron asesinados o detenidos durante el rodaje. Una sorpresa que le impulsó a seguir trabajando por denunciar el escenario en el que se crían estos niños. «Quiero entender qué convierte a un niño de 12 años en criminal. Por qué toman esa decisión y por qué es tan dificil que el Gobierno el único esfuerzo que les dedique sea dispararles».
La entrevista se alargó durante dos horas. En medio, me pidieron si podía dejar que le entrevistara un periodista de El Mundo. Sin reparos acepté. Lo que quería era seguir hablando con él. Ahora trabajaba en otro gran proyecto, un largometraje. Quería denunciar el contexto de violencia en el que viven estos jóvenes con la historia de dos payasos. Una pareja que durante el día arrancan sonrisas en los semáforos de San Salvador y durante la noche arranca la vida de sus vecinos por la mara. «Nadie hace nada por estos jóvenes cuyo único error ha sido nacer en hogares desestructurados, en barrios sin acceso a agua potable, escuelas, hospitales…». La misma razón que me dio Juan Manuel Izquierdo: «La principal razón de que las maras recluten a tantos jovenes es la ausencia de la familia».
Christian no podrá rodar esa película. La irracionalidad de las maras se volvió contra su principal defensor, que aunque no justificaba sus crímenes buscaba las razones de sus actos con la mirada. Esa misma mirada que reclamaba Juan Manuel al pedir que alguien ayude a los que desean salir de ese pozo. La misma mirada con la que Politkovskaya viajaba por Chechenia o Roberto Saviano recorría en vespa los puertos de Napoles. Una mirada que mantiene en vida al Periodismo y a la vez que sentencia de muerte al que la mantiene.