Edurne Pasaban emprende un nuevo reto: la publicación de un libro con las experiencias de su reto personal, la ascensión de las 14 montañas más altas del planeta. Me lo contó ayer durante una entrevista para Piedra de Toque. Al escaparme durante un mes a Honduras, he tenido que dejar preparados tres programas de radio. Y en eso estoy. Tres en horas en una semana. No está mal. En uno de ellos, realizaré un pequeño homenaje a Edurne porque se lo merece.

Hablé con ella por teléfono desde su nueva casa en Barcelona, junto al Tibidabo. Allí descansa de estos últimos nueve años en los que se ha visto inmersa en la carrera por completar los 14 ochomiles, las montañas más altas del planeta. Un proyecto que la he llevado en dos ocasiones estar a punto de perder la vida y a renunciar una vida cómoda. De hecho, el susto más fuerto se lo llevó el año 2004 en el descenso del K2. Durante horas se quedó bagando por las alturas. Le costó serias congelaciones tanto en las manos como en los pies y una depresión que durante dos años la retuvo alejada de las montañas. «Fue un momento duro en el que me fortalecí como persona y en el que sopesé qué tipo de vida estaba llevando, si realmente merecía la pena jugarme la vida por ascender ochomiles». La respuesta ya la conocemos. «Si he seguido adelante es por mí, porque la montaña es lo que mejor sé hacer y dónde más feliz me siento».

Pero una montaña con sello propio. Ella comenzó a caminar por los montes guipuzcoanos rodeada de amigos, sin pretensiones, tan sólo con ganas de disfrutar. Y ése espíritu lo ha mantenido durante todos estos años. «Los que me han criticado por ir siempre acompañada de los mejores o por no ascender por vías nuevas, les contesto que esto se trata de un reto personal. Yo voy al monte con amigos y voy a disfrutar». Y es que el reto de los 14 también he tenido otra cara oscura, la mediática. «Cuándo te expones a la opinión pública ya sabes lo que te puede pasar, que todo el mundo opine y te juzge desde su casa». Eso le ha pasado a Edurne y, tal vez, sea eso lo que más le ha hecho sufrir más en todos estos años, mucho más que las congelaciones. «Este país es una mierda, hay demasiada envidia. Todo el mundo se cree que puede opinar desde su casa».

Por eso Piedra de Toque quiso entrevistarla. Para rendirle, a nuestra medida, un pequeño homenaje. Tan sólo otros dos vascos en todo el Estado han alcanzado los 14. Ella lo ha hecho fiel a su estilo, por las vías normales y acompañada de amigos. Pero es que ése es su estilo. Sabiendo que para ello tendría que pagar un duro peaje y dejar una vida más comoda por el camino. «Mereció la pena». No lo duda, es lo que tienen las personas consecuentes, las que saben lo que quieren y no tienen miedo a dejar cosas por el camino porque saben que ganan mucho.

En un año tendremos su libro. Allí podremos viajar por las entrañas de esta montañera vasca. Un referente para todos los montañeros que acudimos también en la montaña con nuestros amigos a disfrutar de los paisajes, de las sensaciones. Edurne, eres grande. Por saber lo que querías y haber sido consecuente con ello.