Foto: Antonio Goiri

XLSemanal entrevista a Álvaro Ybarra, fotoperiodista de 28 años, bilbaino y con los ojos rasgados de quien ha posado la mirada en los principales conflictos de la última década. Irak, Afganiztán, Chechenia, Uganda, Ruanda, Burma, Líbano, Colombia… Y lo ha hecho para las revistas más prestigiosas del mundo: Newsweek, Times, Le Monde, Sunday Times. Ahora comienza una nueva colaboración con este suplemento dominical.

Me gustan sus palabras porque me suenan a las de Kapuscinski, a las de un periodista que sabe que su trabajo consiste en tratar con personas y que,  por lo tanto, cuanto mejor persona seas, mejor profesional. Reconoce no ser un buitre, ni un héroe. Tampoco da lecciones.

 «No soy un ministro de moralidad. La gente no tiene la culpa de haber nacido donde ha nacido. La gente hace lo que puede (…)».

Así es, la gente hace lo que puede. Basta de periodistas moralizadores que más que informar opinan. Y adelante con el periodismo humano que se cede el protagonismo a las historias, a los rostros, a las personas.

XLSemanal. En la mayoría de sus fotografías se percibe una cierta intimidad con los protagonistas. ¿Cómo se aproxima a ellos?
Álvaro Ybarra.
Como ser humano, tratando a la gente de igual a igual. Soy un testigo, así que no hago preguntas. Nadie se siente cómodo cuando un fotógrafo se mete de la noche a la mañana en su casa. Pero, además, si has sufrido malos tratos, eres adicta a la heroína o has sido violada por una etnia contraria a la tuya, ¿vas a permitir que una persona desconocida fotografíe tu intimidad? Para ganarme esa confianza me armo de paciencia, estoy mucho tiempo en el terreno y me voy a vivir a las comunidades. No piso los hoteles, no hago vida de occidental, así que siempre me preguntan: «Qué coño haces aquí, ¿qué quieres de nosotros?». Yo soy muy consciente de que nadie me ha llamado, pero si actúas con respeto y asumes sus mismas circunstancias, siempre se acaban abriendo y entonces es posible contar una historia.