Carta al montañero fallecido este jueves en Picos de Europa a sus 34 años y generando un gran vacío entre todos sus amigos “por la pasión, optimismo y alegría con la que afrontaba la vida”

Carta publicada en El Correo, el sábado 1 de julio de 2020

Agur, Artiz. Tenías un corazón tan alto, tan grande, tan imponente  como la pared por la escalabas el pasado jueves, 30 de agosto, a las 17.00 horas, en Picos de Europa: el Espolón de los Franceses a la cima del Peña Vieja (2.623 m) junto a Beñat y Hasier. Te agarrabas a la vida como a esos mismos agarres, con las puntas de los dedos, a veces; con pies y manos, otras; y siempre, en cordada, acompañado de todos a los que querías que son, somos, muchos. A todos, un abrazo.

Vivías con pasión, de una manera generosa y siempre con sonrisa. De verdad, eras de esos. De los que necesitas saber siempre dónde andan para que te reconcilien con la vida, también cuando los golpes ciegan. Conmigo así lo hiciste. Siempre encontrabas una grieta en la que conseguir el equilibrio y ascender, tirar para adelante. Y con tu sonrisa, tiempo y optimismo hacías que reengancharse a la vida pareciera sencillo. Te llamé esta semana. Era para decirte que me iba a Pirineos. Te dedicaré Monte Perdido y más allá de la cima, toda la escapada, como a ti te gustaba.

Lo llevas en la sangre. Tu  padre vivió igual.  Tal vez por eso, compartáis también ahora el pronto final. Con qué orgullo me mandabas esos croquis de los orígenes de Atxarte (Bizkaia) en los que tu aita ya dejaba claro que la escalada, la montaña,  no era sino un reflejo de cómo querían vivir y, tal vez, como quería morir: feliz, libre, expuesto.

Ahora os habréis unido en un gran abrazo. El mismo que se dan las cordadas cuando llegan a la cima sin saber bien qué les deparará la bajada pero con la satisfacción de haberse ganado coda metro de esa arista. Así ha sido tu vida, Aritz, te has ganado cada metro y has ascendido cada uno de ellos con una gran pasión ajena a cualquier riesgo.

Y así lo refleja tu trayectoria personal y profesional. Creaste en Urbitarte 18 un campo base, más cerca de la sala de estar de una gran familia que de una oficina, con Hopper Ink como aliado natural de locuras, aciertos y aventuras. Arturo, Jota y Aitor, quién va a llenar ahora ese hueco. Helena, Marta, Izaskun, Laura… un beso gordo. Y para ti, Marta, también esta columna: recuerda que eres oro. Fuimos muchos los que nos unimos a tu cordada allí, Aritz, trabajando. Pero es que en el trabajo eras como en la vida.

Este verano te esperaba la GR11, la Gran Ruta de los Pirineos. Desde el Cabo de Higer en el Cantábrico, hasta Cap de Creus en el Mediterráneo. Más de dos meses libre entre montañas. Y por el camino íbamos a ser muchos los que nos íbamos a unir a ti, conscientes de la descarga de pasión por la vida que nos ibas a inyectar. En mi caso, me uniría ahora a comienzos de agosto con la furgoneta y casi hasta el arranque del Festival Pirineo Sur. Al final la Covid se llevó tus planes pero no tu pasión.

Nos apretamos el nudo, Aritz. Pensamos seguir tu huella, tu estela, tu cordada. Y así contagiarnos siempre de tu sonrisa, de tu generosidad, de tu optimismo. Gracias por reconciliarnos tantas veces con la vida. Pensamos ganarnos cada metro de ese gran abrazo que nos reservas desde ahora. Hasta pronto, Aritz.