Toda una lección de montaña. Tal vez, la mejor de hace mucho tiempo. Algo que supera al codiciado premio del Piolet de Oro o la perseguida colección de los 14 Ocho miles, incluso una apertura en cualquier seismil virgen del Himalaya sin cuerda y en solitario. La solidaridad que se está viviendo en Katmandú con Iñaki Otxoa de Olza nos traslada a los años de los pioneros, cuando cualquier vida (sea de un sherpa, porteador o guía) valía más que cualquier proyecto alpinísitico, por importante que éste fuera. Un espíritu que hace tiempo que desapareció, convirtiendo el himalayismo en un gran negocio. Iñaki Otxoa de Olza se merece ya un hueco en la Historia.
39 horas después de su ataque de salud, permanece tumbado en el campo IV a 7.400 metros en compañía del rumano Horia Calibasanu. En camino, permanecen los suizos Uli Steck y Simon Anthamattenn, portando medicamentos. Ya han llegado al campo III a 6.900 metros de altura. Al campo base van llegando el resto de voluntarios como el ruso Sergei Bogomolov, el kazajo Denis Urbko y el canadiense Don Bowie, que no dudaron en alquilar un helicóptero y adquirir todos los medicamentos necesarios para salvar la vida del navarro. Revolución solidaria en el Himalaya.
El Diario de Navarra, mientras tanto, se ha convertido en un campo base. Desde allí, el guía de montaña Koldo Aldaz coordina los trabajos de rescate, en hilo directo con Madrid, Rumanía, Suiza, Nepal y Rusia. Ayer pudo hablar durante cinco minutos con Horia: Iñaki sufre un problema cerebral y se recupera de forma leve.
Desde aquí dar la enhorabuena a Iñaki por haber abierto por fin una vía solidaria en el corazón del Himalaya y haber elegido para ello a los mejores montañeros del momento. Ahora ya puedes bajar, Iñaki, has conseguido tu reto.