Pura vida. Viajamos a la cara sur del Annapurna para quedarnos en los 7.400 metros justo donde descansa el cuerpo sin vida del montañero Iñaki Ochoa de Olza desde el 23 de mayo de 2008 cuando se apagaron sus fuerzas tras cuatro días de lucha contra la montaña. Cuatro días en los que se escribieron una de las páginas más humanas del alpinismo al movilizarse 12 montañeros por descender a Iñaki con vida poniendo en riesgo su vida. Realizaremos este viaje guiados por Migueltxo Molina, director junto con Pablo Iraburu de Pura Vida-The Ridge, de la película que recoge ahora aquellos días a través del testimonio directo de sus protagonistas. Tres años han tardado en editar todo el material que se ha presentado con éxito en el último Festival de Cine de San Sebastián con premio incluido. Hablamos con Migueltxo Molina el pasado sábado 6 de octubre, ahora compartimos con todos la entrevista. ¿Qué le lleva a una persona vivir al límite por escalar las cimas más altas del planeta? Convertir, tal vez, su existencia en pura vida.

 

En la cima de estas montañas donde todos encontramos la muerte por la falta de oxígeno, por el frío era dónde más vivo se sentía Iñaki. Él hablaba de la muerte de aquí abajo por la situación en la que se encuentra la sociedad apalancada y alienada. La figura de Iñaki se convirtió en una descarga de energía por su forma de vivir la vida.

 

La película no es de tristeza por el desenlace trágico del rescate, sino que es un descarga de inquietud por vivir la vida en clave positiva cómo la planteaba Iñaki. En su diario personal publicado tras su muerte “Bajo los Cielos de Asia” y en la crónica de su rescate escrito por el periodista Jorge Nagore, “Los 14 de Iñaki”, así se comprueba. Todos los que tuvimos relación con él experimentamos la chispa que ardía en cada uno de sus mensajes: no era un coleccionista de montañas, ni de marcas, era una persona que había encontrado la respuestas a su vida escalando las montañas más grandes del planeta y preparándose para alcanzarlas. “Lo que es duro, endurece y me hace más fuerte”, mantenía. “¿Cómo me preparo para los ochomiles?: abro la ventana, cojo la televisión y la lanzo al contenedor de basura más cercano”. Así fue Iñaki, pura vida.