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El sábado rendimos un homenaje a los verdaderos viajeros de este siglo. Aquellos que no viajan por el capricho de conocer, de coleccionar destinos o experiencias. Ellos no parten desde la comodidad, con el billete de vuelta ya cerrado que les devolverá de nuevo a ella. No. Ellos viajan por la necesidad de abrir nuevas miras, nuevos horizontes, nuevas posibilidades en sus vidas. Y con ellos viajan sus familias, su futuro, su formación, su proyecto personal que a veces les sirve como aliento y otras como una dura carga. El camino se convierte en su único compañero real y la suerte,  su brújula.

En Piedra de Toque_Onda Vasca aprovechamos que el sábado era el Día de las Personas Migrantes para rendirles un homenaje y realizar con ellos  un viaje a la inversa. Desde su destino a nuestra casa. De Camerún y Etiopía a Bilbao. Queríamos darles voz y romper el estigma que reduce todas sus inquietudes a ganar dinero. No. Ellos no. Ellos también buscan satisfacer inquietudes nuevas, tan legítimas como ampliar su formación, conocer nuevas realidades y encontrar su proyecto personal. No me cabe duda de que si hubiera nacido fuera de Europa, el sábado yo también hubiera celebrado mi día.

Cristel Yanick fue nuestro primer guía.  Abandonó Camerún a los 23 años después de terminar un bachillerato en electrónica. Sólo emprendió el viaje a Europa .

«Muchos son los que mueren por el camino. Nadie quiso acompañarme. Todos tenían miedo. Me costó mucho dejar mi país, pero quería ser ingeniero. En Camerún no podía: es tan caro que no podía pagar los estudios, ni encontrar trabajo para conseguirlo».

Cruzó por Nigeria, Niger, Mali, Argelia y Marruecos. Desde allí intentó en varias ocasiones entrar a España. La primera vez nadando con un flotador hasta Ceuta desde Tanger. Pero no lo consiguió. También intentó superar las alambradas de Melilla. Tampoco fue posible. La policía de marruecos les devolvió a Argelia. Tienen que acercarte de nuevo. La suerte le llevó a un barco junto con otras 30 personas. Una vez en España llegó a Bilbao. «Una vez dentro no sabíamos cómo era Europa, es totalmente diferente a África. Me hablaron de que Bilbao era el mejor lugar, el Gobierno Vasco podría ayudarnos a pagar los estudios. Y no  me lo pensé». Aunque una vez, en Bilbao no sabía dónde dormir, dónde comer. La suerte le puso en contacto con la Fundación Ellacuría de ayuda a personas emigrantes. Consiguió una beca de estudios y ahora está matriculado en un grado superior de química y electrónica. Una ayuda que devuelve como profesor de informática para las más de 1.000 personas que pasan por la fundación en las 20 asociaciones que se agrupan y las 5.000 que participan de los cursos de sensibilización.

Elsa Teklu, 32 años y madre de dos hijos de 15 y 16 años nos guió de Etiopía a Bilbao. Mientras que Cristel comentaba su viaje a ella se le saltaban las lágrimas. Tres años sin ver a su familia. Tres años viajando sola. Tres años con la mochila a cuesta cargada de sus dos hijos, de sus sueños, de sus ganas por ser madre. Ahora trabaja tres horas al día en labores de limpieza, participa en tres organizaciones de mujeres que ayudan a otras madres que viajan solas y es autora de un libro de cocinas del mundo.

Una vez más el silencio se apoderó de los micrófonos. Al igual que sucede cuando terminas un buen libro. Un silencio que grita. Hay muchas personas en nuestras calles que son un auténtico testimonio de superación y que han hecho del viaje su forma de vida. No optarán a ningún premio, ni a ninguna oferta de una productora o editorial. En Piedra de Toque quisimos viajar con ellos, rendirles un homenaje, caminar junto a ellos.