Cualquier enfermedad se converte en mortal en las zonas rurales de Guatemala. Así ocurría en Huehuetenango, una región con más de 250.00 habitantes a lo largo de sus 100 km2 y para los que tan sólo había un hospital. Ahora cuenta con uno nuevo a través del apoyo del Ayuntamiento navarro de Egües. Si la enfermedad no mataba al paciente, lo hacía el camino. La carretara todavía son hoy un proyecto. Empinadas pistas suben y bajar por los valles del altiplano siempre en paralelo a México. El aislamiento de los habitantes de estas zonas mayas ha sido total. Sin escuelas, ni centros de salud, ni infraestructuras. Tan sólo han contado con tierra en la que cultivar lo justo para vivir o sobrevivir.

En los años 60 una orden de religiosas decidió abrir un centro de salud en Jacaltenango, una población con 30.000 habitantes, a varias horas de caminos al hospital más cercano. Con el tiempo el centro de salud se ha convertido en un hospital con dos especialistas, quirófano y capacidad de 52 pacientes. Sus habitantes han pasado del abandono más absoluto a ser unos privilegiados. Y Jacaltenango es ahora un semillero de especialistas con marca propia. “Yo he nacido en este pueblo y hay aportaciones que no se cobran con dinero”, asegura el director del hospital, el doctor Juan Pedro López para explicar que después de irse a trabajar a otros hospitales en zonas urbanas haya regresado. Estudió en la escuela que también formó esta orden religiosa. “El nivel era altísimo. Cuando me castigaban me obligaban a ordenar los libros de la biblioteca”, relata Juan Pedro que sus expectativas vitales pasaron del campo a los quirófanos gracias a la presencia de este centro de salud.

El hospital sigue estando a varias horas de cualquier civilización y todos los campesinos de los poblados cercanos viajan a diario para curarse de sus dolores. Sobre todo atienden a mujeres a los que el parto se le ha complicado. “El hospital sigue siendo un referente en el país, pero con casos cada vez más complicados”, aseguran. Y es que las farmacias han proliferado como las cantinas. Todo el mundo se automedica provocándose en muchas ocasiones complicadas intoxicaciones.

Durante los últimos años ha conseguir modernizar todas sus instalaciones. Ahora cuenta con una zona de urgencias que ha sustituido a los bancos de madera del pasillo. También sala de rayos X, un complejo sistema informático para los expedientes y un albergue para los familiares de los ingresados. Todo gracias al Ayuntamiento de Egües. Egües con el Jacaltenando. Oralé.

Mientras tanto, la discriminación entre la capital y las regiones es total. Un indígena a penas cuenta con acceso a la educación o sanidad. Y los que apuestan por abandonar el campo por la ciudad son caldo de cultivo de las maras, pandillas callejeras o habitantes del sector tres: el gran basurero.