A Ramón Larramendi le gustaba la aventura, tenía 20 años y decidió invertir tres años en atravesar Greonlandia y Alaska. De aquella primera aventura han pasado tres décadas y Ramón sigue ligado a las exploraciones polares con la ilusión intacta. El domingo partió a la octava expedición testando su trineo de viento en el que ya puede transportar hasta 2 toneladas, llevar a 9 personas y atravesar el lugar más sensible del planeta sin contaminar lo más mínimo. Hablamos con él en Piedra de Toque antes de partir y buscamos las claves para comprender por qué engancha tanto el frío extremo, el hielo y la aventura del ártico.