“La mala suerte de las mujeres mutiladas es que nadie espera a que tengamos 18 años para preguntarnos si queremos estarlo”. A Fama Mballo (Senegal, 1979) nadie le preguntó, ni esperaron a que respondiera. Con la edad de cuatro años viajó junto a su madre y sus hermanas desde Dakar (Senegal) hasta el sur del país para que su abuela las conociera. “Fue durante esa escapada cuando nos mutilaron. Ni siquiera preguntaron a mi padre qué le parecía. Un día lo hacen y ya, tu vida ha cambiado”.

La buena suerte quiso que Mballo participara en un taller de sexualidad de Médicos del Mundo Euskadi tras varios años en España y recién instalada en Bilbao. “Una iglesia a la que pedí ayuda me recomendó asistir a las actividades de la ONG para conocer a gente y aprender cosas nuevas”. Ese día le tocó aprender el origen de todos sus dolores vaginales, de la razón de sus infecciones, del por qué de sus partos eran tan complicados y de cómo podría llegar a mejorar su salud.

Hasta ese día pensaba que todas las mujeres sufrían igual que ella. “Son temas tabú en África. Nunca los había hablado, y menos en público”. Ahora es ella la que lidera las charlas, los talleres, los debates. Desde 2012, forma parte del grupo de voluntarios de Médicos del Mundo Euskadi contra la mutilación genital femenina. Y fue su testimonio el que también cambió al músico senegalés Lamine Diawara tras una sesión informativa.

“Si no hubiera asistido al taller, hubiera mutilado a mi hija”. Lo tiene muy claro y por eso cuenta su testimonio allí dónde le invitan. “Lo que más duele no es el cuerpo, sino la cabeza: la humillación que sufrimos las mujeres al limitarnos tanto la vida”. Y reclama que sean “más mujeres de África las que decidan salir del armario y romper tabúes”.

 

 

Hombres contra la mutilación genital femenina en Bilbao. ©Iñaki Makazaga para El País.