Colombia vive hoy un tiempo nuevo lleno de oportunidades tras medio siglo de guerra entre el Estado y las FARC. Muchos son los campesinos que regresan a sus casas y territorios que retoman poco a poco la normalidad antes rota por las amenazas, asesinatos y desplazamientos forzosos. Pero no todos dan la paz por conseguida. Todavía hay regiones que sobreviven al margen del proceso y donde sus líderes viven con el miedo de morir a manos del ejército o los paramilitares. Gladys Rojas de la Corporación Sembrar, con más de 35 años de trabajo a favor de los Derechos Humanos en la región de Bolivar, recorre estos días Europa para recordar que la paz no es definitiva en su país. “No deis la paz como conseguida: necesitamos que nos acompañéis para evitar más muertes”. El año pasado el ejército asesinó a un compañero al que “confundieron” con un guerrillero, Álvaro Rincón, y la Fiscalía detuvo a una decena de líderes acusados de formar parte de una red de apoyo al terrorismo sin que todavía se les haya juzgado. “El que persigue la paz y los derechos humanos en Colombia todavía hoy se le considera posible enemigo del Estado”.

 

¿Disfruta ya Colombia entera de la paz?

El proceso de paz avanza en Colombia pero son muchos los territorios que viven todavía con miedo y muchos los líderes campesinos que no pueden trabajar con normalidad por temor a ser asesinados. El Gobierno colombiano considera la paz como el silencio de los fusiles. Ahora mismo tan sólo han silenciado los de la FARC, quedan pendientes los del resto de grupos y paramilitares. Para eso hemos venido a Europa, para ejercer una diplomacia popular y recordar a todas las instituciones que no pueden dar la paz por conseguida.

 

Su organización denuncia que en el último año han sido 200 los líderes asesinados en el país. Ustedes perdieron a uno de ellos.

En el territorio sigue la presencia paramilitar. El paramilitarismo controla todavía hoy la vida social, política y económica del país. Se siguen generando ejecuciones extraoficiales como es el caso de Álvaro Rincón, “Barranquilla”, que fue asesinado por el ejército al considerarlo insurgente. Era un hombre que toda su vida se había dedicado a los trabajos de reparación de los caminos y ahí estaba cuando lo asesinaros. Y hoy se cumplen también 11 años desde que el ejército asesinó a Alejandro Uribe Chacón, líder del sindicato minero y buen compañero. A él lo disfrazaron después de insurgente. Estas acciones siguen sucediendo hoy en el país con una fuerte persecución judicial a los líderes y personas que trabajamos en pro de los derechos humanos. El 22 de marzo hubo una redada de líderes sociales en el sur Bolivar. Todas siguen retenidas sin posibilidad de juicio. La fiscal que decretó su detención ha sido ahora detenida junto a otros ocho funcionarios por favorecer al paramilitarismo. No podemos dar la paz por conseguida, ni mucho menos.

«El paramilitarismo siguen controlando la vida social, política y económica de Colombia»

¿Dónde se nota entonces la paz en Colombia?

La paz se ha construido desde arriba, lo notan los políticos, las instituciones: ahora se necesita que germinen sus raíces abajo, en las comunidades campesinas, para que sea duradera. Todavía no se dan los escenarios suficientes, ni las garantías mínimas para que las personas que trabajamos a favor de la paz no seamos detenidos o ejecutados. El paramilitarismo está ahí y actúa a plena la luz del día. El Estado sigue negando su existencia, lo considera una invención de los grupos pro derechos humanos. Un fantasma de tiempos pasados, dicen.

 

Y es de ése fantasma del que piden protección por Europa

Así es. Todavía necesitamos rodear la construcción de la paz y sentir el acompañamiento de toda la comunidad internacional. Si consideras que el conflicto se ha terminado, la gente se retira. Y no. Necesitamos vuestra mirada para evitar nuevas muertes. Quedarnos solos nos preocupa muchísimo. Van 200 líderes asesinados desde que las FARC firmaran el acuerdo de paz. El Estado sigue invirtiendo en guerra: el 35% del presupuesto sigue siendo para el Ejército. Se habla de paz pero se sigue alimentando un temible instrumento de muertes.

Denuncia que más de 200 líderes han perdido la vida en su país durante el último año y pide a Europa que acompañe el proceso de paz hasta que sea real

Para nosotros son cifras, para ustedes son nombres y apellidos de amigos, familiares y compañeros.

En todos estos años se sufre, se sufre la pérdida de muchas vidas. En mi caso, como maestra he visto desaparecer de un día para otro a muchos alumnos que saltaban a formar parte de algunos de los grupos guerrilleros. Mis propios compañeros también desaparecían. Y la mayoría, hemos sobrevivido pero con un gran daño psicosocial. Es justo a lo que me dedico ahora: a apoyar a las mujeres a superar los traumas del conflicto. Las victimas deben participar también del proceso como agentes de paz.

 

En su caso, sufrió también la persecución con una orden de búsqueda y captura que le obligó a ocultarse en la clandestinidad durante ocho años.

Para mí fue como estar en un limbo: un día lo tienes todo, al día siguiente nada. Debí auto-marginarme para no afectar al resto de la organización, a mis familiares, a mis amigos. Eran los momentos más duró del avance paramilitar en la región u todos sabíamos que podíamos morir. Las personas más activas ni dormíamos por las noches. Sabíamos que una llamada a tiempo podría salvarnos la vida. Pero no estábamos preparados para que nos neutralizaran con una orden de búsqueda y captura. Debíamos desaparecer y esa situación arruinaba toda nuestra lucha. El Estado lo sabía y era su manera de bloquear a las organizaciones. Aquí defender los derechos humanos te convierte en un enemigo del Estado. Y no debe seguir siendo así.

 

¿De dónde llegan los puntos de luz, las razones para el optimismo?

En nuestro AND está la capacidad de resistencia, la creatividad y la decisión de que hasta que no cambie nuestro país no pararemos de luchar. Así que por nosotros mismos pasa el optimismo. Debemos construir la paz ahora desde abajo, que no sea sólo para los de arriba.

 

** La entrevista fue realizada el 20 de septiembre de 2017 en la sede de Paz con Dignidad Euskadi. Para más información sobre la realidad de Colombia, recomiendo leer el especial de El País, Planeta Futuro: Colombia tras el conflicto.