Entre 80 y 100 guatemaltecos cruzan a diario la frontera en busca del sueño americano. Una realidad que ya ha dejado su huella en algunas regiones del país en las que la natalidad ha disminuido de golpe dejando las aulas de las escuelas semi vacías como es el caso de Fabrican. En otras regiones, no lo ha notado la natalidad, pero sí las municipalidades que se ha encontrado con las asambleas llenas de mujeres ante la falta de varones en los pueblos. En la localidad de Canoas Altas de la región de Solalá el 45% de la población ha cruzado la frontera. Ya son más de medio millar los que mandan a mensualmente remesas. Algo que ha transformado el paisaje con la aparición de grandes casas de piedra en un entorno medio selvático y lleno de casa de una altura remendadas con piedras, laminas de madera y chapa. Este proceso migratorio también se ha notado en las escuelas. Cada vez son más las familias de campesinos que se pueden permitir manda a sus hijos a la escuela, aunque sea a media jornada.

Evelin Vanesa Morales de 10 años tiene a su padre en los Estados Unidos desde hace tres años. Tiene tres hermanos y en cuanto acaba las clases de la escuela corre a su casa para ayudar a su madre en la cocina o en el campo. “Mi papa nos envía regalos y mama dice que volverá pronto”. Lo mismo asegura Rolan Ovando de 13 años y el segundo hermano de siete. Su padre lleva un año fuera. Hace dos años regresó de haber pasado otros dos años y medio. Con el dinero que trajo de su primer viaje cambiaron de casa. Ahora pagan los estudios. Rolan quiere ser doctor. Milton Obdulio, cocinero como su padre que desde Miami envía dinero a su madre. Lleva tres años fuera de Guatemala. “Mi casita es mejor que la de Rolan”.

 Tanto Evelin como Rolan o Milton estudian en la escuela rural de Canoas Altas que con la ayuda de la ONG navarra Okay ha conseguido en siete años alcanzar los 160 alumnos. Eric Giovanni Locon Yack es el director, tiene 27 años y a su padre en Nueva York desde hace un año. “El vicio de mi padre siempre ha sido la formación de sus hijos. Yo estudié para maestro, dos hermanos son peritos agrónomos”, señala Eric orgulloso. Su padre contrató a un coyote de Solalá. Los coyotes se encargan por 47.000 quetzales (4.700 euros) abrir las puertas al sueño americano. Acompañan a sus clientes hasta la frontera con México allí les ponen en contacto con guías u otros coyotes que acompañan a través del desierto hasta Florida y de allí hasta la ciudad que hayan erguido. 6.000 quetzales se pagan al principio. La mitad en Florida y al alcanzar la meta el total. Cada cliente tiene hasta tres oportunidades y las estadísticas populares hablan de que a la segunda va la vencida. En Canoas Altas, en pleno corazón de la Sierra Madre guatemálteca, en el paisaje está la respuesta. Cada vez más casas altas.