Silencio. Al igual que ocurre con los buenos libros, al charlar el sábado pasado con David Beriain sobre la realidad del Congo se generó un duro silencio. «África sufre hoy la maldición de los recursos». ¿Hasta qué punto nuestro progreso está pagado con sangre congoleña? Silencio.

«Nigeria nada en petróleo y las partes más ricas son precisamente las más pobres. En el caso del Congo, desde los años 70 ha sido uno de los cuatro países que ha disminuido su desarrollo. En todo este tiempo se han encontrado grandes riquezas pero tan sólo ha traído más violencia, más abusos y la implicación de todas las potencias regionales por hacerse con esas riquezas con la complicidad de las multinacionales que compran esos minerales de sangre».

David nos llevó por Bisie donde se encuentran una de las grandes minas de casiterita y coltán, superconductores de energía para las nuevas tecnologías y para el nuevo armamento inteligente. Minerales que se extraen de forma artesanal sin ingenieros ni prospecciones. Con cincel y martillo.

«Todo el mundo contuvo la respiración con los mineros de Chile, pero en el Congo cuando un derrumbe aplasta a uno, tres o 35 mineros todo sigue igual en esta carrera del oro. Y lo que menos se valora son las vidas». En la mina donde entró David se derrumbó a los cuatro días y varios hombres murieron. Sin embargo, a nadie le interesa invertir en ellas porque sólo serviría para encarecer el producto, disminuir los salarios. Pero lo peor de todo es que Bisie está levantad a 50 kilómetros de cualquier ciudad. Todo lo que de allí sale, todo lo que allí se ha construido ha sido portado en la cabeza.

 

También nos guió hasta Luvungi, un poblado de Kivu Norte, donde durante cuatro días fueron violadas 254 mujeres, primero por rebeldes, después por el ejército. «Una experiencia durísima». La violación se ha convertido en el Congo en un arma de guerra, de humillar, de controlar las vidas. Luvungi está muy cerca de estas minas y las de oro. La mayor presencia de rebeldes y del ejército se encuentra en estos poblados. Cuando llegó el ejército a la aldea volvieron a ser violadas. «No sabemos muy bien por qué fueron realizadas estas violaciones… hablando con la jefa de Naciones Unidas en la zona nos decía que quizá las violan y no las matan porque se han dado cuenta de que si las hubieran matado hoy no estaríamos hablando de ellas porque ya no impacta a nadie las muertes en el Congo». Y una base de Naciones Unidas estaba a escasos kilómetros de Luvungi y nada pudieron hacer por la dificultad de la comunicación y los escasos recursos con los que cuentan. «No tienen dinero ni para pagar a un informante en una aldea, tan sólo cuentan con un traductor para los 80 militares». «No puede ser que Naciones Unidas cuente con 17.000 personas y no puedan hacer nada para proteger a la gente».

Imagínense entrar en un pueblo de Euskadi y ver que todas las mujeres del pueblo cuando las miras a los ojos sabes que han sido violadas. Mujeres, niñas y niños. Ahora muchas de ellas están embarazadas producto de la violación.

Color. Antes de terminar la entrevista David quiso mostrar también la belleza de estos lugares y la fuerza de sus habitantes. «No puede ser que nos quedemos siempre con esta visión de África». Por eso, también invitamos después a Piedra de Toque a Xabier Bañuelos para que nos hablara de la África de mil colores.