Todo el mundo mira ahora a Libia con la ilusión de ver por fin al presidente Gadafi en manos de las tropas rebeldes. Todos. Hasta allí viajamos con el documentalista y especialista en conflictos armados Unai Aranzadi en Piedra de Toque el pasado lunes. Entonces, los rebeldes con la ayuda de la OTAN acababan de tomar la capital tras una noche de enfrentamientos en los que murieron más de 1.600 personas.

Foto: Un rebelde. Unai Aranzadi.

Foto: Un rebelde. Unai Aranzadi.

Quisimos viajar hasta allí para conocer la realidad de estos seis meses de revueltas, para conocer quiénes son los rebeldes y los costes humanos de una guerra totalmente mediatizada en la que poco o nada se ha debatido sobre el posicionamiento de la OTAN. Unai, como siempre, nos suscitó interrogantes, apeló al sentido crítico y habló sin ningún temor a lo políticamente correcto. Sin duda, si Unai no existiera, habría que inventarlo. “Vivimos en un momento de la historia obsceno en el que importamos Derechos Humanos a bombazos”, concluyó Unai consciente del juego “perverso” que existe en Occidente entre los que gobiernan y los que dirigen los medios de comunicación. “Piden sangre para evitar sangre”.

A continuación destaco alguna de las consideraciones que surgieron durante la entrevista.

La figura de Gadafi “ha sido totalmente satanizada. No me cabe duda de que no es un santo, pero el planteamiento de la guerra ha sido algo monolítico. En el otro bando, los rebeldes son un agente muy diverso. Tampoco hemos tenido que esperar mucho para ver de qué pasta están hechos. Han asesinado a su líder militar por motivos que todavía no se han podido esclarecer”.

Ante todo Libia, una guerra civil. “Algo que los medios han obviado. Los medios han criticado que el lado de Gadafi bombardeara indiscriminadamente, pero el otro lado también lo ha hecho contra edificios en los que viven familias. Las partes que están en conflicto se han reducido a una inmensa mayoría buena y a un mini grupúsculo malo, muy malo”.

Apoyo a los rebeldes pero con límites. “Yo tengo muchos amigos y compañeros en el mundo de la izquierda que no lo han comprendido del todo. Si poner el pecho y empuñar un arma contra un régimen que te está reprimiendo no es ser rebelde, a ver qué lo es. En ese sentido, tienen todo mi apoyo. La barrera que no cruzo es que tengan todo mi apoyo para bombardear a otras comunidades civiles. Los fondos de la OTAN invertidos en armas no tiene mi comprensión, ni mi apoyo”.

Un mensaje único: “Sangre para quitar sangre. Entre todos, el poder junto con los medios de comunicación, articulan el mensaje único. Si no estás a favor del bombardeo OTAN, estas en contra de la humanidad. Si no lo apoyas, va a haber un baño de sangre. Te están pidiendo sangre para quitar sangre.

Estamos en un momento de la historia tan obsceno  en el  que hablamos de bombardeos como una forma de  exportación de Derechos Humanos. Por no hablar de cómo los propios periodistas, no medios, si no periodistas con nombres y apellidos han bloqueado las opciones de paz.

La función social de los medios. “Aquí en el caso de Libia han bloqueado totalmente el gris, la posibilidad de apostar por algo que no fuera pro OTAN. El sector pro Gadafi es totalmente marginal. Aquí el discurso único ha sido estar a favor de las bombas. Ya les pediremos después responsabilidades a los que nos han empujado a callarnos. Con la guerra de Irak hubo mucho debate sobre los bombardeos. Con Libia ha habido un quórum monolítico”.

El oligopolio de los medios, un sistema preverso. “Noemi Clean, escritora e intelectual estadounidense, habla de la Teoría del shock. Tenemos un oligopolio mediático. Son siete, cuatro o tres las grandes corporaciones que dominan todo el espectro televisivo del Planeta. La gente está viendo la televisión en casa y si ve un bombardeo de noticias de gente que sufre, va a aceptar cualquier tipo de salida para terminar con esa situación. Vivimos en un sistema muy perverso”.

* Con Unai también hablamos de casos concretos de periodistas, de cómo los medios y el poder nos acercan realidades y nos alejan otras para conseguir justificar sus intervenciones y de muchos otros temas para los que tendrás que escuchar el podcast completo. Lo dicho, si Unai Aranzadi no exisitera, habría que inventarlo.